Internet, redes sociales, whatsapp, mail…ante la avalancha de distracciones cada vez es más difícil tener una mente enfocada. No se trata de estar en la oficina muchas horas sino de realizar un trabajo excelente en un tiempo óptimo que te permita tener él máximo tiempo de disfrute cada día.

Para ello la mente tiene que estar enfocada y alejada de ladrones de tiempo que hacen que nos retrasemos a la hora de realizar nuestro trabajo. Además, es fundamental poner el 100% de nuestra atención en lo que hacemos. La atención es una capacidad muy básica. Hay quienes incluso la consideran la base para el resto de procesos mentales.

Está demostrado que la atención es única, aunque podamos cambiarla muy rápidamente. Hacer varias cosas a la vez no es efectivo. Pero atender a un solo asunto durante mucho tiempo no resulta sencillo. ¿Como conseguirlo? Trata de dedicar unos minutos cada semana a gestionar tu agenda y cada día a planificar que es lo que realmente quieres hacer. Además, deja por escrito que tareas quieres realizar.  Estas tareas deben de ser lo primero que veas cada mañana y lo último al terminar el día.

Por último, prémiate por cada tarea que realices con éxito. Al cerebro le encantan las recompensas. No tienen que ser grandes cosas pero si te regalas unos minutos al día para hacer algo agradable( tomar un baño de agua caliente, darte un masaje de crema en los pies,…) la próxima tarea que te propongas te costará menos esfuerzo.

Según la famosa “Ley de Parkinson”, enunciada por el británico Cyril Northcote Parkinson en 1957,  “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”.
Para combatirlo es importante fijar plazos de tiempo ajustados a los proyectos y ser conscientes de que el perfeccionismo nos resta productividad: hecho es mejor que perfecto.

La famosa matriz de Stephen Covey para administrar bien el tiempo es un instrumento muy útil si quieres convertirte en una persona altamente efectiva.

Asegúrate de dedicar tiempo a las tareas no urgentes pero importantes (cuadrante II), las cuales nunca se deben delegan porque son aquellas en las que aportas el máximo valor. Deberás realizar las tareas urgentes pero no importantes con la mayor diligencia pero sin caer en ser demasiado meticuloso, delegar las tareas urgentes pero no importantes y minimizar las tareas del cuadrante IV.

Identifica cuales son tus ladrones de tiempo más habituales y toma nota cada vez que te encuentres con uno de ellos. Algunos ejemplos podrían ser:

– No planificar
– No priorizar
– Las interrupciones
– No centrarse
– No delegar
– No saber decir que no
– El teléfono
– Reuniones interminables
– Todo es urgente
– La dilación de las tareas

Intenta evitarlos o si no es posible trata de minimizarlos ya que cuanto más concentrado y enfocado estés en una tarea mejores resultados conseguirás.

Por último, ten en cuenta que cuando estamos realizando una tarea complicada o en la que simplemente nos tenemos que esforzar, la mente buscará cualquier excusa para realizar una tarea más sencilla. Nada mejor que conocer como funciona nuestra mente para ganarle la batalla.

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